Vivio mas de 50 años en Rosario, Prov. de Santa Fe, Argentina
Nunca volvió a Granada. Tal vez por problemas económicos primero, y de honor después, pero nunca volvió a su país. Siempre con el deseo de hacerlo y con la vergüenza eterna de no haber podido hacer la América. Entonces se hace la Granada en el Barrio Godoy, (Barrio muy humilde de la Ciudad de Rosario, Argentina) y de allí no se sale más a ningún lado.
Invité a mi tío Eduardo a cumplir su sueño, una de las cosas que más deseaba, volver a Granada. Le propongo viajar juntos. Primero dice que sí, titubeando, feliz, sorprendido, y más tarde, con tristeza me dice que no viajará. La edad, problemas de salud.
Con pena, entonces, ponemos en práctica otra travesía
Plan para un viaje sin mi tío Eduardo
Seré sus ojos
Mi tío esbozós con una virome azul, sobre mi cuaderno Rivadavia de hojas lisas, una torpes líneas intentando ubicar exactamente las calles, las casas, los olores, los sabores, los escasos abrazos, y las prontas soledades que tienen sus recuerdos.
Casi sin comprender que le propongo, me permite ser sus ojos, y emprender el viaje sola.
Por lo tanto viajo a Granada a traerle un paisaje.
Sus intimas líneas me guiaron
Los olores me dicen también por donde seguir.
Llego a cada uno de los lugares indicados en mi cuaderno
Camino con mis manos apoyadas en las paredes.
Y me voy reconociendo.
Y a cada paso pienso en como siento el quiebre que produce el destierro y el desarraigo.
La sin razón de una partida.
La marginalidad, la discriminación, la soledad, la frustración en cualquier momento de las historias de los alejados.
Los que nunca regresaron, como mi tío Eduardo, personas que tienen mas de 70 años, que sufren ahora, otro exilio dentro de la vida.
Como recordar lo elegido para ello.
Como se mira hacia atrás.
Como se planta el corazón ante la cercanía del fin del viaje
Y regreso a Rosario a mostrarle este paisaje, en la cocina de su casa.
Abril 2006
