Rosa Carbone fue una mujer que migró a Argentina durante los años primeros años de la década del 50. Durante unos dos meses de un verano porteño, conversé con ella, una mujer de 78, en aquel tiempo. Juntas, reconstruimos una primera historia de amor, su primera historia de amor. Según ella, la más importante.
Buscamos recomponer sus recuerdos bocetando dibujos, que luego ella traspasó a una sala del Centro Cultural Recoleta, un centro de arte en la Ciudad de Buenos Aires.
Ella dibujo los lugares, sobre las paredes del lugar, todo ese paisaje que contenía su historia. Recordó que en su adolescencia vivía en Pompeya.
Se había enamorado de un muchacho que a su papá no le gustaba, por lo cual, se veían a escondidas en el campanario de la iglesia del pueblo. Una tarde su padre le compró un pasaje en barco para viajar hacia Argentina, en donde vivían sus hermanos.
En el campanario de la iglesia de siempre, se despidieron hasta el otro día,
ella nunca le dijo que se iba del pueblo. Cuarenta años después, Tía Rosita regreso a Italia y lo encontró de casualidad caminando por su pueblo, fue la única y última vez que se vieron.
